Capitulo 1


La preocupación de Storn era una carga muy grande, pero el era el único que tenia que cargarla. El era de cabello oscuro como el carbón largo hasta el cuello. Bien peinado y atado en una coleta. Sus ojos de un tono grisáceos y su piel pálida como la nieve, bastante alto y atlético de veinticuatro años de edad. Llevaba ropas las cuales lo distinguían como un cazador cualquiera, con una daga de 15 centímetros en su cinturón, un arco y una buena cantidad de flechas en su aljaba.
El era bastante listo y prudente, aunque de filosofía no conocía y apenas sabia leer y escribir, ya que el había abandonado sus estudios a temprana edad, para poder alimentar a su familia.
Pero bueno de aritmética conocía lo suficiente para no ser estafado, y astronomía para no terminar como tonto perdido en las oscuras noches. Aunque bueno en las noches de sus tierras rara ves se veían las estrellas, ya que el cielo la mayor parte del tiempo estaba cubierto de nubes y las lluvias eran muy habituales.
Como cazador era temible y desafiante, de los pocos valientes como un tigre y fuerte como un guerrero con incontables batallas-Todas las guerras dejan cicatrices-Se burlo de el mismo sarcásticamente, mientras se observaba su propio brazo derecho el cual lo tenia muy magullado y atado inmóvil. Tenia que de alguna manera recuperar su brazo el cual había sido quebrado al caerse de la colina mientras perseguía a un venado.
Sin su brazo derecho no podría valerse más para cazar y la vida de su preciosa esposa Laicinia la cual se encontraba embarazada de ocho meses, moriría junto a su hijo prematuro.
-No te decepcionare querida-Susurro el recordando el bello y alegre rostro de su amada esposa. No tenía que fallar, donde se dirigía había escuchado que el fallo significaba la muerte y su muerte significaría la muerte de su esposa e hijo. No podía darse el lujo de la posibilidad de fracasar, aunque se metiera en la misma boca del lobo. Aunque bueno pensándolo bien a la del zorro. Se decía a si mismo ya que se dirigía al valle del zorro plateado.
Nunca en su vida hubiera pensado que alguna vez se atrevería a ir a ese lugar. Pero bueno en su corta vida había aprendido que la vida, solía dar giros bastantes drásticos e inesperados.
Había escuchado muchos rumores de personas las cuales se había atrevido a tratar de llegar al legendario valle para explora por curiosidad u alguna que otra razones desconocidas, pero nunca se supo mas de ellos. El valle era un enigma. Letal y misterioso acechante a quienes se atrevieran a acercarse, ya que para llegar se debería cruzar el temible “Bosque oscuro” o también conocido como “El bosque de los desafortunados”. Pero no tenía otro remedio, encontrarse con el antiguo hechicero que habitaba en el valle, sabia que de alguna manera podía ayudarle. A veces la cura es peor que la enfermedad. Repitió en sus pensamientos uno de los mucho dichos de su tío Edric mientras penetraba la densa y larga hierba que cubría el terreno.




El día ya se estaba tornando a su fin mientras el sol se ocultaba en el oxidante, el cielo tomaba un tono rojizo y el suave viento desordenaba los mechones de cabello sueltos que había sobre su rostro.
Tenía que apurarse y llegar a la cabaña donde vivía el hechicero ermitaño antes de que anochezca. Por lo menos eso se procuraba, no conocía el bosque ni el valle y por su fama no le agradaba la idea de caminar por esos caminos sombríos, en el oscuro manto de la noche
Caminó apresuradamente, por el camino formado de arboles a sus lados, los cuales eran inmensos y frondosos pero sus hojas muy de el verde mas oscuro y algunas de un tono bordo que jamás había visto. Sintió un escalofrió en su columna, sentía que alguien lo observaba. Con años en el oficio de cazador conocía el sentimiento, pero no encontraba la localización del observador. Pero sentía esa presencia muy cerca y no era nada parecida a una presencia humana, el sentía muy tangible la sed de sangre demoniaca la cual le formo un nudo en su estomago. Tomo una bocanada de aire y escondió todo su miedo y preocupaciones profundamente, sabia que el miedo era un arma letal de doble filo y no quería que jugara en su contra.
Posó su vista a lo alto aunque no podía ver el cielo ya que los arboles lo cubrían y ya estaba muy oscuro. Tomo un paño viejo y la envolvió en un pequeño tronco seco y encendió una antorcha.
Extraños sonidos de animales nocturnos sonaban en el bosque y algunos los cuales el no podía identificar. Eso lo asustaba aun más, pero no había tiempo para el miedo. Continúo su camino hasta que lo atacaron dos extraños lobos.
Mierda. Esas bestias se veían hambrientas y rabiosas.
Retrocedió dos pasos y noto algo que lo alarmo, no eran lobos ya que su tamaño lo superaban en gran manera tenían el tamaño de leones cuerpo de perros demoníacos, largos y afilados dientes como navajas unas bestias monstruosas y sedientas de sangre y posiblemente su sangre estaba primero en su menú.
-Yuuu-El trato de ahuyentarlos gritando y sacudiendo la antorcha pero no lo hacían caso, sino que lo asechaban lentamente de manera circular rodeándolo mientras gruñían tratando de amedrentarlo.
Estaba perdido, no podía usar su arco para atacarlas, tampoco podría correr ya que estaba sitiado aunque podría llegar a vencer a una de las dos, el otro lo atacaría y esa idea no le gustaba.
La desventaja era demasiada. No había manera o posibilidad que le pasara por su mente más que su muerte o una milagrosa victoria. Optaba por la milagrosa victoria aunque perdía por mayoría de votos. El gruño fuerte, no podría dejarse derrotar le había dado su palabra de honor a su mujer tenia que pelear.
Sin otra opción tomo una posición agazapada listo para actuar, arrojando su antorcha, la cual golpeo y puso mas furiosa a una de los monstruos. Antes de que se pueda dar cuenta una de las bestias salto sobre el.


-Maldición- Maldijo a la vez que giro lo mas rápido que pudo enterrando su daga en el ojo derecho del animal a arrastrando la daga formando un corto y profundo trazo hasta llegar a su otro ojo.
La bestia chillo furiosa retrocediendo por el dolor y desorientada al haber perdido su visión.
Pero a la vez su compañero salto a su espalda enterrando sus largos dientes y colmillos profundamente en el hombro de Storn.

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